Sin duda son uno de los mejores públicos para cualquier mago. Y uno de los más exigentes también. Desde su infinita capacidad de sorpresa e insaciable curiosidad, el público infantil plantea uno de los mayores retos para el ilusionista: captar y conservar su atención divirtiéndoles. Es la única manera de hacer magia para niños.
Por supuesto, no es igual la forma de divertirse de un niño que la de un adulto. Ni despierta el mismo interés un truco de magia a un niño de 4 años, que a otro de 12. El conocimiento y la explotación de esas sutiles diferencias es lo que hace que los niños vean a Adrián Conde como un mago especial. Ya que habla su mismo idioma, y sus mismos códigos. En sus espectáculos infantiles de magia, sorprende por su dominio de la escena y el trato con los niños de tú a tú. A partir de su sólida formación como clown, Adrián Conde nos descubre una magia diferente, basada en una forma muy particular de hacer humor. Un humor sano y con mucha ternura.