Marcelino se ha convertido en un experto coleccionista de recuerdos. Son sus tesoros más preciados, que guarda, ordena, clasifica, cuida, protege… vive exclusivamente para ello, anclado en su pasado, encerrado en su propia cabeza. Rememora una y otra vez cada uno de aquellos buenos momentos, aquellos instantes de alegría, de risa y felicidad. Eso le ha convertido en un personaje singular, extravagante, tierno y huraño a la vez. Marcelino nos abre la puerta de su universo, un mundo mágico lleno de estanterías y cajones repletos de cosas bonitas y recuerdos que no quiere perder.