Un mago muy joven
A sus 12 años domina las técnicas del ilusionismo y ha participado en el concurso de talentos de Vitoria
El Mago Runi no puede hablar. Se dirige al público con carteles: «Un voluntario, por favor». Una pequeña llamada Noemí sale al escenario y escoge una carta de la baraja que le ofrece. Es el cuatro de rombos. Noemí devuelve la carta al taco sin que el mago la vea y éste lo lanza al público. Con otro cartel dice: «¿Sabéis por qué no puedo hablar?». Todos los asistentes gritan que «noooooo». De repente, de su boca, saca lentamente la carta que Noemí había escogido: cha- chan ¡el cuatro de rombos!
Parece un truco de magia corriente, pero es que el Mago Runi no lo es. Tan solo tiene 12 años y su nombre real es Mikel Niso Ruiz, apellidos de los que procede en orden inverso su nombre artístico.
Este pequeño vitoriano estudiante de sexto de Primaria en Olabide es mago de momento solo por afición, pero su gran desparpajo sobre el escenario da una idea de lo que en un futuro no muy lejano podría convertirse. Tiene madera para ser un profesional del ilusionismo.
«Se trata simplemente de hacer visible aquello que no se ve», explica con aplomo. Y lo que vale lo ha demostrado hace poco con una actuación en el bar La Bellota, en el primer concurso de talentos de la capital alavesa, denominado New Art Show, que pone en juego un premio que asciende a 1.000 euros. «Un buen pellizco para invertirlo en lo que más le gusta: la magia», cuenta su madre, Ana Ruiz.
Minutos antes de salir al escenario, el azul intenso de los ojos de Mikel no muestra sus nervios. «Es que no lo estoy», asegura. Su madre le mira con admiración. «Parece un chico tímido, pero cuando se sube al escenario, se transforma totalmente», explica henchida de orgullo. Y es que el niño ya tiene tablas. «En el último año ha actuado en residencias, centros de ocio de la tercera edad y centros cívicos. Todas las semanas hace algo», añade por su parte el padre, Miguel Niso.
Solo un año de ‘carrera’
Y eso que tampoco lleva tanto ensayando. El gusanillo de la magia le entró a Mikel hace tan solo un año. «Vi en la televisión a un mago enmascarado y no podía apartar la mirada», recuerda el chaval. Su madre añade: «Desde pequeño, siempre ha tenido mucha imaginación, crea sus propios muñecos y en la ikastola hace teatro».
De ese interés, se aprovecharon Ovidio y Fernando, dos amigos magos que le enseñan todos sus trucos. «Además, su profesor del colegio nos ha insistido en que le animemos a hacer lo que le gusta porque dice que tiene un don», asevera Ana Ruiz. Por eso, también aprende en la escuela de magia de Vitoria y se inspira en dos magos famosos, Jorge Blass y Jandro. «Ellos hacen que la magia sea cómica e intrigante», suelta Mikel, muy seguro de sí mismo.
Todos sus trucos y chistes los ensaya en casa, junto a su padre. El humor es para Mikel fundamental en su espectáculo. Y también lo es la música. Por eso, siempre le acompaña el DJ Santi. «En función de los trucos, escoge la música», explican los padres.
Ahora bien, los números se preparan siempre y cuando los deberes de clase estén acabados. «Él ya sabe que son lo primero y que si no los hace, se queda sin magia», le recuerda la madre. Y es que la magia le apasiona, pero tiene claro que de mayor quiere pertenecer a otra especie de magos algo menos teatrales: los químicos.
«Me encanta inventar y fabricar», asegura. La prueba de su también habilidad para crear cosas le acompaña en el espectáculo. Y es que tiene un compañero de faena que él mismo se ha inventado. «Se llama Roko y es un cuervo». Con él, conversa ante el público como si se tratase de un experto en ventriloquia.
Como para aburrirse en casa con el Mago Runi.
Fuente elcorreo.com