Miedo a los payasos
El payaso Iván Prado, retenido a su llegada a Israel y expulsado del país
Le pidieron la clave de su e-mail «por razones de seguridad nacional»
Está organizando el Primer Festival Clown de Palestina
Payasos en rebeldía de caravana por Palestina, en 2009
El payaso gallego Iván Prado no puede evitar soltar alguna carcajada – «soy cómico, qué quieres» – mientras narra uno de los episodios más absurdos de su vida: el que ha vivido en el aeropuerto de Tel Aviv, paso obligado en su camino a Cisjordania, donde está organizando un Festival de Payasos para niños palestinos.
«Lo más indignante», nos cuenta Iván, «es que nos han tratado como criminales: ni documentos, ni abogados, ni explicaciones, ni nada. Nos han cacheado, nos han desnudado, nos han trasladado de un lado para otro. Y cuando me pidieron que les diera la clave de mi cuenta de correo electrónico ‘para colaborar con la seguridad de Israel’ y yo me negué, decidieron que nos expulsaban del país: nos meten en una furgoneta, nos retienen en dos celdas separadas durante 6 horas, nos quitan los pasaportes, y luego en un avión de vuelta a Madrid».
Iván Prado (Foto: La voz de Galicia)
Es tentador decir que Israel ha detenido y deportado a Iván Prado y su acompañante en un acto de ahogar algo tan simple, tan inofensivo como la risa. Pero en Palestina no entra agua, no entran alimentos, no entra dinero, no entra medicina, no entran personas que van a visitar a su familia. La risa es terapéutica, la risa es cooperante, la risa motiva y anima, la risa «es transformadora de personas y de realidades», dice Iván. Hay que tenerle miedo a la risa.
No es la primera vez que les pasa. En 2009, ya les pararon en el aeropuerto y «también me pidieron que abriera mi correo, y aunque me dejaron teclear a mí, era tremendo ver cómo la funcionaria movía la pantalla y el teclado para ver lo que ponía». Casualmente, «esta vez era la misma funcionaria. Ellos saben que estamos preparando un festival de payasos en Palestina y probablemente sabían que íbamos a llegar, así que nos estaban esperando para el interrogatorio».
El Primer Festival Clown Palestina 2010 que Iván Prado y sus compañeros del colectivo gallego Pallasos en Rebeldía está previsto para el próximo mes de octubre y es un proyecto heredero de la caravana que ya han organizado por las ciudades de Ramala y Nablús con la participación de más de mil personas. La organización incluye entre los artistas invitados a Leo Bassi y Amparanoia, entre otros reconocidos cantantes, magos y actores. Como colaboradores sobre el terreno, están el Circo Palestino de Ramala y a Human Supporters de Nablús. El Festival tiene los siguientes objetivos:
Paliar sensiblemente las consecuencias psicológicas de una guerra interminable.
Fomentar las artes circenses como alternativa psicológica y social a una economía de ocupación y conflicto bélico eternizado.
Capacitar a agentes sociales en las técnicas de la risoterapia como medidas de lucha contra la frustración, el odio indiscriminado y la depresión convertida en plaga social.
Fomentar los grupos locales de circo y clown.
Fomentar la participación profesional entre los sectores teatrales y los incipientes colectivos circenses palestinos.
Apoyar la celebración de «Jerusalem», capital cultural del mundo árabe.
Con esos objetivos, el Festival tiene previsto realizar talleres, actuaciones, galas y encuentros, así como «visitas a campamentos de refugiados y acciones artísticas contra el muro». Este colectivo también es responsable de la Escuela de payasos indígenas en Chiapas.
«Después de todo esto, ya veremos lo que pasa con lo que teníamos previsto», nos comentan en Pallasos, «pero lo vamos a hacer contra viento y marea, así tengamos que hacer un agujero por debajo de la frontera. Esa gente tiene derecho a reirse».
«La risa es uno de los escudos humanos y de defensa de los derechos humanos más útil que hemos encontrado», explica Prado. «No solo sirve para mitigar el daño de la guerra sino para despertar la esperanza de los pueblos, que la gente no se convierta en fanática, que vean luz al final del camino y que hay otros corazones y otros seres dispuestos a confraternizar con ellos a través de la risa».
Iván Prado se queja de que intentó ponerse en contacto sin éxito en la embajada española en Israel y que, al llegar a España, pidió a la Policía Nacional poner una denuncia por, entre otras cosas, no haberle entregado el pasaporte a él directamente sino a las azafatas de vuelo. «Lo pone claramente: documento personal e intransferible; ¿qué hace una azafata de vuelo custodiando mi pasaporte?» Los agentes le comunicaron que poner esa denuncia no era posible.